Llamamos la biblia de los iletrados a las enseñanzas que plasmaban los maestros canteros en las pequeñas iglesias románicas, representando en piedra pasajes de la biblia, animales fantásticos, escena eróticas, de pecado, del infierno, de caza o de la vida cotidiana.
Por eso nos gustan tanto las iglesias románicas, porque son un libro abierto al siglo XII y XIII. Allí, envueltos en paz y espiritualidad, podemos detenernos a interpretar los significados de las figuras representadas en capiteles, canecillos, columnas y arquivoltas, tímpanos e incluso claves de bóveda.
La logia canteril también plasmó en la humilde iglesia de San Bartolomé sus conocimientos en arquitectura sagrada y simbólica. Con un poco de detenimiento puedes encontrar pequeños detalles de un saber que nos resulta un completo enigma.
En este caso, a la entrada del presbiterio y, a modo de bienvenida de la zona más sagrada, nos encontramos a ambos lados de la nave con ménsulas que representan rostros imposibles, que a buen seguro nos están trasladando, desde aquellos tiempos remotos de la alta edad media, un mensaje ciertamente encriptado.
Ya sabemos que los maestros de la piedra no dejaban nada al azar y, las evidentes diferencias entre ambos rostros no son fruto de la casualidad. Sin embargo, ¿cuál sería la enseñanza que con ello nos querrían trasladar?
No hay comentarios:
Publicar un comentario