En algunos casos el rómanico viene cargado de un simbolismo
tan singular y enigmático que constituye todo un reto descifrarlo. A ello contribuye que nuestra mirada, tan acostumbrada a las pantallas, casi ya no es
capaz de identificar formas en la piedra, lo que dificulta doblemente la tarea
de comprender el lenguaje del románico.
Sin embargo, la Asociación Hispania Nostra, desea ofrecer a los vecinos y todos
los interesados del románico la experiencia de adentrarse en la Edad Media y
descifrar el increíble juego de jeroglíficos que encontramos en Santa Marina de
Udalla y San Bartolomé de los Montes. Dos iglesias tardorrománicas que, en
palabras de la responsable de las visitas, Silvia Ayestarán, proporcionan una
impagable muestra del gran esfuerzo que tuvieron que afrontar las cofradías de
canteros que las eligieron, apreciable, no únicamente en los elementos
constructivos, sino también en eso que podríamos considerar sus mensajes
ocultos, encerrados en sus símbolos y representaciones.
“Es una pena que no dejaran un manual de instrucciones para
llegar al pleno entendimiento de su simbólica, pero tenían obligación de
guardar silencio y nada quedó por escrito”, afirma Ayestarán.
Se puede visitar únicamente San Bartolomé o, de forma conjunta, con Santa Marina, ya que ambas se
complementan en los simbólico y en lo espiritual. Reconocemos en ellas elementos ornamentales compartidos, así los canecillos o claves de bóveda de
Santa Marina se observan en San Bartolomé con modificaciones mínimas,
exhibiendo una cierta continuidad a pesar de las diferencias apreciables. Ambas iglesias transmiten un mensaje dual: exhiben formas geométricas y animales, combinadas con decenas
de rostros abominables, rasgos deformados o burlones, decididas a representar
las pasiones desenfrenadas; al tiempo que también ofrecen un mensaje claro y luminoso, como el brioso caballo que preside el ábside de San Bartolomé. o algunos bellos rostros expuestos hacia la luz.
La asociación organizadora quiere que, además, se pueda
disfrutar del paisaje natural en el que se encuentran ambas, con el Santuario de Nuestra Señora Bien Aparecida a medio camino.
Las visitas se ofrecerán a lo largo del año con los institutos de la zona,
ya que “Los niños y jóvenes tienen
derecho a conocer esa espiritualidad propia
de la edad media, alejada de los incipientes núcleos poblacionales, y
cuya complejidad sorprende a poco que nos iniciemos en su comprensión”.